—Hyunjin, debemos follar por el bien de mi economía.
—... Ew.
Min Ho pudo visualizar el —cómico— desagrado en el rostro de Hyunjin. Él mismo sintió un fruncir de disgusto en sus labios. Zarandeó el cuerpo para sacudir la repugnante sensación. —Ugh, asqueroso, lo sé.
Y al otro lado de la línea pudo oír una tercera vocecilla, cuya melodiosa risa alcanzaba agudos que Min Ho reconocía muy bien. —¿Ese es Felix?
—Oookay, gracias por la horrible imagen mental de antes. Estoy bien, agradezco tu graan preocupación.
Min Ho rodó los ojos, — Vivirás. Lo que no vivirá por mucho tiempo es mi cordura. — Estaba sentado a los pies de su cama con un portátil a su lado, perfil abierto en una pestaña web. — ¿Ante quién te arrodillaste para que te subieran tanto los seguidores? — Un comentario sarcástico que en el fondo disponía de cierta... Sensatez. De verdad. Los números del otro subían día a día.
—Ha ha ha, muy chistoso.— soltó Hyunjin sin una pizca de gracia en su voz. — Primero: Me pagarás el turno al psicólogo, mi mente ha sufrido graves daños.— Min Ho esbozó una sonrisa vil, divertido con la idea de haber perturbado al otro. — Y segundo: Es tendencia en la página grabarte con alguien más, introduje a Lixie como ese 'amigo virgen' y boom. Gran mentira, pero se calentaron con la idea.— Felix definitivamente estaba riendo del otro lado, corroborando la historia de Hyunjin.— Oh, y para tu información, fue Felix quien se arrodilló.
— Bien... No hacia falta esa parte.
— Yup. De nada.
Min Ho pasó de la pequeña venganza y enfocó su energía en el problema real. — Necesito un nuevo socio.
— "uuh necesito un nuevo socio" — repitió Hyunjin en un tono agudo y burlesco, riéndose de su amigo. Min Ho cortó la llamada de sopetón, revisando detenidamente los contactos en su móvil.
¿Cómo le dices a alguien que quieres follar en cámara a cambio de dinero?
. . .
De ninguna manera permitiría que Hyunjin mantuviera el título popular como uno de los creadores de contenido adulto más visto.
Antes muerto.
Así que... Después de estar días considerando esa posibilidad, Min Ho estaba frente a la habitación de Chan, brazos cruzados sobre su pecho y ojos clavados en la puerta cerrada, reuniendo el valor para golpear. Minutos atrás estaba completamente seguro de su decisión por llamar a la puerta y negociar un acuerdo que razonaba de interés mutuo; dinero y diversión carnal sin un compromiso serio detrás. Imaginarse la secuencia fue fácil. Llevarla a cabo se convirtió en una historia muy diferente.
Quizás esta escena sería menos ridícula si semanas atrás el hombre dentro de la habitación no hubiese atrapado a Min Ho en plena grabación para deleitar a sus seguidores. Explicar por qué cabalgaba un dildo frente a una cámara fue lo más embrollado y risible de toda su vida. Puede recordar las veces que balbuceó evitando mirar su cara por más de tres segundos. Sabía que si se hacia el superado y mantenía la mirada, el rubor de sus pómulos lo delatarían. No quería ni pensar en lo que pasaba por la mente de Chan en ese momento. El tema es que, Min Ho prefirió no volver a discutir sobre ello e hizo la clásica táctica de evitar al otro durante esas dos semanas.
¿Cómo no hacerlo? Cruzarse con Chan era recordar la espantosa escena de estar tan expuesto y vulnerable con un aparato en el trasero. Y lo patético que debió verse cuando trastabilló por la habitación con el dildo atrapado ente sus piernas, hasta que logró empujar al intruso hacia afuera. Darle un portazo en la cara y casi romperle la nariz fue la menor de sus preocupaciones. ¡Menos mal que esa noche era de grabaciones y no una maldita trasmisión en vivo! ¡La vergüenza!
—Tsk. Toca la estúpida puerta, Minho.— Una auto reprimenda que no conoció el sonido de su voz, mentalmente agotado de tanto pelear con la decisión de golpear la puerta. Y estaba tan cansado de pensar cada mínima cosa que liberó esa frustración en el estruendo de su puño colisionando tres veces con la puerta de madera. Esos toc toc toc insistentes parecían un llamado a la disputa, una discusión colgada en el aire sin conocerse el por qué. No le sorprendería si Chan contestaba la puerta confundido o preocupado. —Tenemos que hablar.— No pretendía que saliera como una demanda, oh, le salía tan natural.
La lógica de Min Ho conoció una conclusión dudosa; si Chan ya sabía lo que hacia cuando se encerraba en el cuarto, entonces se ahorraba explicar esa parte del trato. Quedaba convencer o por lo menos atraer al otro con una ganancia monetaria, sexo sin compromiso, sexo sin compromiso con Min Ho, disculpa. Sus deslices anteriores hablaron muy bien de su maestría en la cama, tenía sus motivos para alardear.
En fin, esta conversación debía finalizar con la aceptación de Chan.
¿De qué forma comenzaría a hablarle de todos modos? Sé que me viste cabalgar un dildo hace dos semanas, pero tengo una propuesta que podría interesarte. Ah. ¿Le iban hombres a Chan? Ahora que lo pensaba —aparentemente no podía parar— nunca se detuvo a analizar las preferencias sexuales de su compañero de piso y tampoco tenía interés en entrometerse. Hasta ahora. Mierda. ¿Y si le iban las mujeres? Todo esto podía ser un chiste, uno muy malo sin remate. Ya había golpeado la puerta, no iba a salir corriendo como un cobarde. Tomaría cualquier chance.
Y la primer chance se manifestó con un sutil arrimar; la camiseta holgada que llevaba puesta le hizo fácil el trabajo de descubrir su hombro derecho y mostrar piel de forma sutil. Suave, brillante, tentadora, una trampa perfecta. Como dijo antes, tomaría cualquier chance.