One two theee AU trío

Minsuk

Minsuk se consideraba un espectador secreto, aquel atendiendo con estudio y cautela; una mirada que conocía los rasgos de un lince en su próxima caza, acechando hasta capturar la oportunidad entre sus garras. Últimamente se desenvolvía de esa manera, tendencia paulatina y muy conspiradora en el patrullar de sus ojos curiosos, fingiendo desentendimiento cuando lo atrapaban en el acto.

Primero fue estudiar a Sooyeon, su pareja, quien elevaba una ceja sospechosa cada vez que lo descubría contemplando al tercer inquilino en silencio. Aparentemente, cuando el yojeong no aportaba mucho a una conversación para simplemente asentir ausente y desinteresado, algo tramaba. Un plan del cual nadie conocía los detalles.

Y no lo comentó hasta días después de terminar su inspección personal, un estudio necesario para saber cómo acercarse correctamente con la propuesta. No fue tarea fácil reunir la determinación que ahora sentía, y quizás se comprometió gracias a la autenticidad en las pláticas cada vez que estaban los tres en una habitación.

Fue como plantar una pequeña semilla y verla crecer en una flor; las mañanas brotaron sencillas y de a poco conquistaron pláticas naturales, por las tardes floreció el hábito y familiaridad, y durante las noches surgía un pétalo nuevo, cada uno simbolizaba una cena de a tres, una maratón de series o una salida entre amigos. Donde antes había dos, ahora había tres. El día terminaba para repetirse al siguiente, regando esa florecilla metafórica de comodidad y conformismo.

La rutina siguió como si ya estuviese designada a mantenerse y ninguno parecía quejarse al respecto.
Ver esa abertura recíproca fue definitorio, y por ello estaba aquí, en la habitación que compartía con el cómplice de todas sus locuras; una reunión con palabras previamente ensayadas, aunque tenía confianza en la improvisación de sus labios y manos para persuadir a su amante.

Estas últimas masajeaban los hombros de la persona dándole la espalda, acercando sus labios para celebrar intimidad de un soplido juguetón, esperando cosquillear la oreja a la que intentaba seducir. — Solo es... Curiosidad y diversión sana. Probar algo nuevo. — La presión de sus dedos ubicaban cada nudo convenciendo de a poco a su compañero, a quien pretendía cautivar hasta el último segundo. No es como si precisara esfuerzo extra.

¿El inicio de esta conversación? Una proposición muy franca, completa honestidad; «quiero ver cómo te follas a alguien más.» Todo un encanto, ¿y la timidez? Nula. Es un adulto seguro de lo que su mente contempla, decirlo en voz alta fue revelador, pero no se arrepentía.

Conseguir lo que quiere es su especialidad después de todo. El almíbar bañando su próximo beso fue prueba suficiente para dulcificar el mensaje; — ¿Qué dices? Es una buena oportunidad para experimentar. — Un susurro luego de palpar el cuello ajeno, y serpenteo hasta situarse frente a Sooyeon, precisaba mirarlo a los ojos. — No me malinterpretes, amo todo lo que hacemos juntos, — Y dejó esto en claro con otra muestra de afecto directa de sus labios, un beso amoroso en esa pálida mejilla. — pero no dejo de pensar en ti con Kyungmin-ah. He estado... Considerándolo por un largo tiempo.

Presenciar las interacciones entre ellos al principio fue común, su pretendiente relacionándose con un buen amigo y ya. Con el tiempo nació la curiosidad, esa morbosa que asegura, es originaria de su naturaleza como yojeong, dispuesto a la trastada, sin preocupación, sin consecuencia, sin conducta. Quería enredarse entre la picardía y el atrevimiento, fantasear con un escenario al punto de no poder borrarlo de su cabeza, insistiendo en quitarse la duda de encima.

¿Cómo lucirían esos dos juntos? En una cama, claro está. En su cama matrimonial que conocía todos los puntos débiles y secretos de quienes pecaban sobre ella. ¿Descubriría Sooyeon los secretos de Kyungmin también?, ¿Sería cuidadoso o renunciaría a su control?, ¿Estaría dispuesto a hacerlo solo porque Minsuk así lo anhelaba? Existía cierta vanidad en la última pregunta, confiando en que la respuesta era; cien veces si. Si Minsuk codiciaba algo, Sooyeon no dudaría ni un segundo en dárselo.

Sabía que había gran polémica en lo que estaba pidiendo, y un argumento podría surgir de todo esto, por eso la comunicación con el segundo y el tercer implicado era clave. — ¡Minnie es perfecto! A tu lado se ve tan...— Deslizó una mano por el brazo ajeno, persiguiendo el movimiento con su mirada, perdido en la búsqueda del término adecuado. Se mordió el labio cuando encontró la palabra; — Adorable.

Y encantador, cuando el rubio brillaba con una fragilidad cautivadora; no quería decir que fuese un enclenque, pero las apariencias jugaban un papel importante en la imaginación del yojeong, y fue inevitable fantasear con esa idea. Brazos trabajados, hombros y espalda ancha, evidente firmeza en puños cerrados que más de una vez se ganaron un suspiro suyo. Físicamente, Sooyeon era todo lo contrario a Kyungmin. Y le era fascinante. Inspirador.

— Ah, y se lo dirás tú, lo conoces hace más tiempo.— Una sonrisa cálida y otro beso para distraerlo del hecho de que le había dejado la parte compleja; soltar la bomba y ver qué pensaba el noye al respecto, si es que no salía corriendo primero.

Sooyeon

Hubiese sido hipócrita de su parte haber siquiera intentado ocultar la boca abierta, o los ojos más abiertos de lo normal, o el así eterno “uhm” que se quedó atascado en su garganta. Ya estaba acostumbrado, no, creía ya estar acostumbrado a las diversas ideas de Minsuk. Se tratase de algo que vino a su mente en sueños, vio en una película o escuchó de boca de otros, siempre sucedía algo nuevo a su alrededor que definitivamente no entraba en la categoría de rutinario. A veces sus ocurrencias llegaban a teñir las experiencias en la habitación pero… Justamente esa no la esperaba. Menos con Kyungmin. Menos en su propia cama.

La razón le decía que rechazara inmediatamente la propuesta, que fingiese no haber escuchado correctamente o que la comida picante de la tarde había causado estragos en su estómago. Podría haberse negado si no se tratase de algo que el yojeong quería. “Eres débil, Sooyeon”

Sí que lo era cuando esas largas pestañas bailoteaban frente a él.

Entre las miradas que sólo Minsuk lograba hacer y los besos que sus labios repartían lo único que logró sacar de la situación fue un “Pero” seguido de un lento y masticado —Si eso es lo que quieres… — Si era lo que él quería, se lo daría, o intentaría. —Veré como puedo proponérselo, no sé como vaya a tomarlo… Sólo venía de vacaciones.

Y terminaría en un trío. O quizás no, porque las palabras exactas habían sido “ver como TE follas a alguien más”, te no calzaba con nos. No veía tres en ese te. No admitiría que le daba algo de ansiedad la idea, porque aceptarlo le haría sentir aún más, mucho más ansioso.

Más.

—Supongo que sí, es adorable— Se mordió la lengua, entre a propósito y sin querer. La sensación que recorrió su cuerpo cuando buscó puntos de comparación entre esa palabra y su amigo resultó extraña, casi agradable. El tiempo que compartían era preciado, el menor supo ganarse su aprecio con facilidad gracias a ese encanto poco sutil que arrastraba. Tragó saliva cuando pasó de buscar comportamientos a detalles físicos. Nunca se había dado la opción de verlo con esos ojos, de detenerse a observar su anatomía con mayor detalle que un “Puede que te de frio con esa camiseta” —¿Qué? ¿Yo? — Tuvo que levantar el índice y apuntarse sólo para reforzar la pregunta. —Sí pero… — El beso logró su cometido, distrayéndolo de la lista de peros que había vuelto al baúl de cosas para olvidar. Tan distraído que al intentar dar un paso terminó tropezando con sus propios pies.

Al final, un par de días después, estaba sentado frente a Kyungmin pensando en qué momento sería más adecuado soltar la bomba. Había imaginado varios posibles escenarios, practicado frente al espejo distintas formas de preguntar “¿Tendrías sexo conmigo? ¿Y quizás Minsuk?”, ninguna sonaba bien. Por algún extraño motivo el trozo de pollo que llevaba sosteniendo más de dos minutos no se le hacía tan apetitoso como esperaba, a pesar de la saliva que se había acumulado en su boca y el rugir ocasional de su estómago. Le dio un vistazo completo a la alita antes de dejarla en la bandeja llena de otras piezas. Estaban comiendo, lo sabía, pero si no lo decía en ese momento moriría de hambre.

—Kyungmin— Vaciló un par de segundos, frotando la palma de sus manos sobre los muslos. Estaba seguro de que si su cuerpo fuese normal estaría sudando. Buscó su mirada, intentando ignorar el pequeño trozo de fritura que estaba pegado en la pecosa mejilla del otro. No escuchaba los pasos de Minsuk cerca, aún. —Seré directo, traga primero— Ya se veía con pollo a medio digerir en la cara si lo pillaba masticando. Se presionó la rodilla que aún se quejaba por el golpe recibido. Magullada y todo se había llevado de la idea, y aún ni siquiera llegaban a la parte importante. —Deberíamos probar algo. Tengamos… relaciones. Relaciones sexuales. Nosotros. Y Minsuk— Si es que se unía, claro.

Su tripa aulló de nuevo.

—Sin compromisos de por medio — Se inclinó sobre la mesa para quitar el pedazo de comida que tomaba demasiado protagonismo en medio del rostro del menor. En lugar de comerlo lo dejó en una servilleta, pero si lamió sus dedos para deshacerse del rastro aceitoso que había quedado. —Para reforzar lazos.

Qué mierda estaba diciendo.

Fingió toda la seguridad del mundo, colocó los codos sobre la mesa y reposó la barbilla entre sus palmas. Minsuk había llegado a la cocina en ese momento, justo para escuchar la respuesta del otro. Sabría que había cumplido con su parte, había intentado complacerlo como siempre. Tomó nuevamente la pieza de pollo que había dejado y le dio un mordisco digno de un Guinness. Casi se traga el hueso y todo, pero el nudo de su estómago había desaparecido y por fin podía darse el gusto.

Kyungmin

Se sentía eternamente agradecido por el hospedaje de Sooyeon y Minsuk que hizo posible su estancia en Busán por un prolongado tiempo. Ya llevaba un mes y teniendo en cuenta la generosidad de la pareja, el buen ambiente que rodeaba la convivencia temporal y la clara amistad que fue afianzándose por el camino, lo mismo permanecería un par de semanas más antes de volver a su ciudad y con ella a la rutina tras unas buenas vacaciones que volvería a repetir de existir la posibilidad.

Salidas turísticas y más locales para conocer diferentes rincones del lugar, excursiones a restaurantes que debía probar de manera obligatoria antes de volver, charlas hasta tarde algunos días donde madrugar no era un impedimento, incluso empezar una serie que después comentar entre todos. Diferentes actividades dignas de una visita a la ciudad de unos amigos, pareciendo que ya habían hecho casi todo.

Y justo en ese momento se encontraba con Sooyeon, a quien conoció primero tiempo atrás al este visitar su ciudad natal, comiendo pollo frito del mismo establecimiento que tanto le gustó desde la primera vez que lo probó en su llegada. Había comido varias piezas, disfrutando de cada bocado con calma y sosiego conversando de los planes para el fin de semana entrante hasta que quedaron más o menos organizados y un silencio que Kyungmin no podía catalogar de incómodo se hizo presente. Él estaba tranquilo degustando las piezas, pensando en responder algunos mensajes cuando terminase, ajeno a su alrededor hasta que escuchó su nombre.

En ese momento dirigió la mirada al mayor, pestañeando un par de veces ante la petición que, aunque extraña, cumplió y le dejó la boca vacía para dibujar una pequeña sonrisa a la espera de conocer qué se le pasaba por la mente a su amigo. Una curvatura que se estiró de forma notoria con sorpresa e incredulidad, acompañando a sus cejas que se encargaron de dibujar su confusión de manera todavía más explícita. ¿Relaciones sexuales con él y Minsuk? ¿Acaso escuchó bien o debía pedir urgentemente una revisión en sus oídos? Inevitablemente empezó a reír un par de segundos después, tenía que ser una broma, ¿verdad?

—Casi me la creo, Sooyeon. Muy buena —comentó creyendo que la actuación por su parte había sido exquisita debido a la seriedad con la que fue capaz de decir aquello, casi como si fuera una propuesta en firme. Sin embargo, sus posteriores palabras, acompañadas de la imagen de su lengua acariciando su propios dedos, hicieron al rubio replantearse la situación y dejar las risas por un creciente nerviosismo que hasta pintaron sus pecas de un rojizo que no debería—. Espera, ¿es en serio? —preguntó con un hilo de voz más bajo, sintiéndose un poco estúpido por lo mismo.

Mágicamente, ya no le apetecía comer más alitas de pollo porque estaba muy ocupado intentando mantener su tensión arterial y que no cayera en picado. Como cualquier ser humano con sus órganos oculares sanos, sabía identificar y reconocer la belleza en otras personas, como en el caso de quién tenía enfrente con su ancha espalda y sonrisa única, al igual que en su pareja, Minsuk, con sus facciones suaves y perfectamente proporcionadas; pero de ahí a verlos de otra manera era diferente. Concretamente en la cama. Reforzando lazos como había dicho el parca. Los tres.

Limpió sus labios con la servilleta, al igual que sus manos, dando por finalizada la cena y así ganar unos segundos antes de volver a decir algo al respecto—. No… No me esperaba esto —fue sincero de entrada, jugueteando con sus propios dedos bajo la mesa para sobrellevar mejor la extraña sensación en la boca del estómago que no solo era nerviosismo, sino también algo parecido a la emoción. Nunca había experimentado algo de tal calibre y no pensaba que llegase a hacerlo en lo que le quedaba de vida. Tal vez, las cosas podrían cambiar—. Supongo que lo habrás hablado con Minsuk, ¿no? —Habló ignorando que susodicho ya había llegado a la misma sala por su perspectiva—. Claro que tienes que haberlo hecho —se respondió a sí mismo al instante, sin contemplar otra opción en su línea de pensamiento.

—Uhm, supongo que sí —terminó diciendo volviendo a levantar la mirada al dejar de encontrar interesante sus manos revoloteando sin sentido alguno sobre su regazo, esforzándose por mirar a Sooyeon a los ojos y no rehuir del contacto visual—. Con vosotros sí me atrevería a intentarlo, pero solo si después no genera un ambiente extraño —De repente hacía mucho calor, tanto que se apartó el flequillo a un lado aunque sirvió de nada. ¿Las ventanas estaban abiertas? Lo mismo saltar por alguna podría ser buena opción para subsanar la vergüenza. Y cuando le dio por girarse ligeramente y mirar de soslayo, encontró al yojeong—. Oh, Minsuk —dijo su nombre por inercia, tragando saliva justo después y volviendo a recolocar su postura en el asiento. ¿Y ahora qué?

Minsuk

Le fue muy fácil percibir la tensión cuando decidió entrar en escena a tiempo para sonreírle a la confirmación que necesitaba escuchar. Un par de pasos y no necesitó más para comprender el ambiente, leer expresiones como si fuese un estudio de lo más interesante.

Lo era, y aunque fue tentador jalar de esas mejillas, debía ofrecerle seguridad ante todo. —Sabes que puedes negarte en cualquier momento.— Si el noye hallaba un mínimo de incertidumbre, pasarían página y no tenían que tocar el tema nunca más. — O usar "pollo" como palabra de seguridad. — alivianó el clima con esa acotación extra, brindando naturalidad para su amigo y a Sooyeon solo le ofreció una mirada de escrutinio, arrebatándole la comida de las manos para arrojarla sin descuido sobre la mesa.

Consumió la posible queja de su pareja robándole un beso traicionero, excelente distracción para mantenerlo a raya. Fue el catador breve que degustó restos de la cena sazonando esos labios y musitó un agradable "mm" lamiendo pomposidad superior con malicia, hábitos picantes que solía reservar para momentos íntimos. Ahora no existía motivo de reprimir tales comportamientos, y su mirada rasgada homenajeando a un felino acechó al noye, un invitado tan especial como el evento que se avecinaba.

El desfilar imprudente de su lengua quiso recalcar sutileza; un paño de seda acariciando la boca de su amante para sustraer todo rastro de grasa y obsequiar un gesto incondicional, la recompensa anticipada por conocer bien al parca y saber que atendería su simple petición; — Sé bueno y lávate las manos, las quiero relucientes para nuestro invitado estrella. — En esta noche de aventura y exploración, Minsuk se comprometió a cumplir un papel trascendental; plantear la situación, acondicionar a los implicados y desenvolverse íntimamente con propósito en cada una de sus acciones.

Quería ser partícipe a su manera; manipulando hilos como el titiritero a cargo de una obra que aún no iniciaba y ya consideraba magnífica.

Y con ese secreto endulzando el oído de Sooyeon, encabezó la provocación para arrimar una prueba de lo que vendría una vez la función cobrara vida. La mirada intensa que nunca se olvidó de evaluar al noye también fue parte de ello, proponiendo sugestión muda mientras le concedía una mordida final al lóbulo que tantas veces coqueteó con sus dientes. No necesitaba repetirse ante su pareja, éste comprendería perfectamente que no existía espacio para el debate.

Por ahora, abandonó firmeza muscular para sentarse junto a una complexión completamente opuesta y cuanta fascinación hallaba en las diferencias de ambos presentes. —Te aseguro que no será incómodo, tanto yo como Sooyeon estamos conscientes de lo que implica esto.— Si bien escuchó claramente el consentimiento del participante invitado, quiso mantener formalidad en sus movimientos antes de adentrarse a la confianza. Interpretó cuidadosamente el lenguaje corporal de Kyungmin y dejó que sus ojos pidieran permiso, trepando por un brazo delgado con dedos que caminaban sin apuro. — Considéralo un souvenir, suena mejor que "reforzar lazos". — Esbozó una sonrisa cómplice cuando alcanzó el hombro ajeno, y entrecerró los párpados tras meditar unos segundos, estudiando ese rostro; pecas maquillando una nariz adorable y pómulos que abrazaban al calor mucho mejor que su novio, a quien podría comparar con un cadáver andante. Hubo mucha tentación en sus labios, y estos esperaron pacientes a que Sooyeon tuviera su completa atención en ambos. — Voy a besarte, ¿está bien? — Gentileza en el aviso, ofreciéndole tiempo de negarse si así lo deseaba. Supo componer una caricia de palabras amables, susurradas al oído con la misma delicadeza que emplearía en un animal asustado.

Al fin, el roce de sus propios labios saborearon los contrarios y como el diablillo que era, no se deleitó de la unión hasta saber que Sooyeon los miraba. Fue extraño, no lo niega, pero reconocía gusto; el placer de estar haciendo lo incorrecto y ser observado por un tercero, el conocimiento de que esos ojos pertenecieran a su pareja mejoró la experiencia. Tanto que no pudo evitar sonreír durante el beso con Kyungmin, gozando del embrujo ocasional. En algún momento su mano viajó a la barbilla ajena para reacomodar el rostro y facilitar el baile de su lengua cautivando labios opuestos, más no invadió el interior de su boca. Tendría tiempo para eso.

— Mm... Lo sabía. — Departió una vez se separó del rubio, complacido con el calor corporal y lentamente abrió los ojos, despertando del pequeño hechizo para encontrar el universo brillando en las pupilas del noye. Había imaginado besar a su inquilino en pleno episodio de curiosidad, indagar personalmente si sería tan apetecible como aparentaba. Claramente lo fue por la sensación acaramelada endulzando su boca. — Tus labios son suaves, justo como le gustan a él. — Reveló en un débil murmullo que no pretendía esconder entre los dos, pero tal vez se vio atrapado en el encanto del beso. Y el rostro del rubio fue un añadido que le hizo suspirar con amenidad, cediendo al capricho de volver a besarlo, aunque esta vez vistió ingenuidad en el palpar de sus labios contra la mejilla ajena.

No se había olvidado del otro involucrado, contemplando la presencia con una sonrisa tan dulce como maliciosa; le correspondía ser quien diera la primera orden, porque algo le decía que el parca no estaba seguro de cómo avanzar. Y tenía sentido, Minsuk improvisaba a medida que las ideas lo iluminaban. — Sooyeon-ah. — Cuando entonaba una voz melosa, llegaban a los oídos del otro con un propósito; tramando su plan a medida que lo tenía en la mira, no podía ser de otra forma. — Ven, muéstrale lo interesado que estás tu también.— Se deslizó con primor de su asiento para ofrecérselo, y cuando estuvo frente a él, mordisqueó su labio inferior mezquinando la posibilidad de un beso, — Haz que entre en calor... Ah, y no seas aburrido. — Persiguió esa mirada y pestañeó en un ritmo lento, sonriendo con inocencia fingida tras conseguir unos segundos de cercanía para suspirar contra esos labios; — Dale razones para no arrepentirse de su decisión... Que sepa como jugueteas conmigo, como logras reducirme a nada más que suspiros.— Fue necesario utilizarse de ejemplo. Minsuk era el tipo de yojeong que te hipnotizaba en secreto, una musa bañada en miel para inspirar a su amante y dejar que la imaginación hiciera el trabajo.

Cuanto entusiasmo encontró en la fantasía de convertirse en un simple espectador, el parca lucia tan bien cuando solo había soberbia y propósito en sus manos. — Y tráelo a la habitación en un rato, quiero estar seguro de tener todo en orden. — Conspiró en un último soplido juguetón para luego desaparecer por un pasillo.

Tenía que ocuparse de ciertas cosas, era un artista preparando su propio escenario, después de todo.

Sooyeon

No quería sentirse de esa manera por algo tan básico, o bueno, no podía considerar una propuesta de sexo entre quizás tres individuos como algo básico, pero saber que Kyung Min había aceptado y Min Suk estaba conforme le arrebató un suspiro de alivio. Alivio que duró poco tras recordar a los pocos segundos que los siguientes pasos serían… Pues tener sexo con su amigo para satisfacer al yojeong. —Eso, no pasará nada si decides arrepentirte — Sentía que debía agregar algo sólo para no perder la compostura, aunque tras la mención de la palabra “pollo” estuvo a punto de mancillar sus intentos. Lamió sus dedos vacíos y siguió la trayectoria de la presa voladora con la mirada. Su cena había sido reemplazada por los labios suaves de su pareja, y aunque fue suficiente para trazar una sonrisa en sus comisuras, su estómago seguía sintiéndose vacío.

La intimidad que solía recibir de la lengua ajena no estaba presente en esa ocasión, siendo un par de ojos amigables los testigos de cómo su piel se erizaba por costumbre ante cada gesto de Min Suk. Iba a levantar las manos para atrapar su cintura cuando la orden llegó a sus oídos. Chasqueó la lengua, totalmente rendido ante las expectativas que caían sobre él, y aunque podía sentir el pudor remeciendo aún los valores que regían su vida, cierta emoción crecía en su cuerpo con cada roce. La mordida fue solo la guinda del pastel. Tragó la saliva que se había acumulado desde el pensamiento de poder engullir el trozo de pollo y empeoraba con el actuar de su pareja, y tras dedicarle una última mirada a quienes habían acogido en su hogar como uno más, levantó su cuerpo del asiento con evidente pesar. —Sí, sí…

Arrastró los pies hasta el baño más cercano, dejando la puerta abierta y usando toda la delicadeza del mundo para abrir el delgado hilo de agua que usaría para lavarse las manos. Tardaría un poco más de lo necesario, pero resultaba vital no desconectarse de lo que sucedía pocos metros atrás. Apareció nuevamente en escena tras escuchar la pregunta, y se acercó a la mesa poco antes de que el sonido húmedo de ambos labios danzando le hiciera apretar ambos puños. No eran celos. Por más que intentaba buscar una respuesta más cercana al sentimiento que el beso entre ambos provocaba, nada similar llegaba a su mente. No eran celos. ¿Emoción? El calor que comenzaba a recorrer su cuerpo anticipaba lo que pronto podía descubrir como morbo, respuesta al prohibido actuar entre quienes tanto apreciaba. Sus manos seguían húmedas, repartiendo las gotas de agua que no había sido capaz de secar con tranquilidad. Tenía, en un sentido extremadamente literal, otros asuntos que atender. Su mirada viajó con rapidez desde la escena hasta la puerta del departamento, repentinamente se sentía expuesto, casi desnudo. Habían tantas cosas que le gustaban de Min Suk, y tenía razón al expresar que sus labios eran una de ellas, pero no esperaba que la información fuese revelada en ese contexto, o que fuese revelada en lo absoluto.

Pero toda introspección acaba tarde o temprano, siendo la suya interrumpida por una cercanía que no notó a tiempo. Escuchaba la voz del artista, pero su cabeza no lograba asimilarlas en su totalidad. La imagen de los dos besándose seguía estancada en sus ojos, el brillo de sus labios jugando un rol esencial. —Min— “suk”. Interrumpido fue por el jugueteo del yojeong, incapaz de siquiera completar su nombre. Sus manos, por memoria muscular e instinto, atraparon la delicada cintura que se ofrecía frente a él. —No soy aburrido— Debía defender sus habilidades de entretenimiento, aunque poco tuviese para respaldar sus palabras. Le soltó lentamente, aprovechando cada yema que seguía arrebatándole algo de calor, y se acercó al invitado para cumplir con lo que románticamente le habían pedido. Se acercó al menor mordiéndose el labio, replanteándose por ultima vez en su capacidad para darle a Min Suk lo que tanto deseaba.

—Kyung Min, si te sientes incómodo solo… — Sus piernas se deslizaron lentamente por la superficie del asiento, acomodándose a pocos centímetros del cuerpo ajeno. —Dime y detendré esto— Era su amigo después de todo, y velaría por su bienestar aunque significase decepcionar a su pareja. Respiró profundamente, recordando como los labios del joven danzaban al ritmo que Min Suk proponía. Le miró con cierta emoción brillando en sus pupilas mientras sus propios labios se acercaban a los contrarios, ansiosos por devorar el sabor que había quedado sobre ellos. Dedos treparon por sus muslos, descubriendo un cuerpo desconocido centímetro a centímetro, serpenteando entre los pliegues de ropa que se formaban para obstaculizar su avance. Comenzó el beso con cuidado, atrapando ligeramente el labio inferior entre sus dientes antes de inclinarse hacia él, sosteniendo su cabeza para mantener la cómoda distancia entre ambos. Lentamente profundizó el beso, conquistando su boca con la invasión de una lengua ambiciosa. No había sido sencillo ser sólo testigo de la intimidad que había compartido con el dueño de casa, pero podía entender la emoción que iluminó su rostro luego de probarlo por si mismo.

Kyung Min era delicioso.

Tentador. Le hizo levantar del asiento, guiándolo con su propio cuerpo para dejar la mesa a sus espaldas. Debía recordar que el objetivo era la habitación, no la superficie que utilizaban para comer día a día, sería un detalle difícil de ignorar. Le tomó los brazos, dejándolos sobre sus propios hombros como invitación a usarlo de apoyo, sería su apoyo si lo necesitaba. Forzó el roce de ambos con un abrazo, atrapando su cadera entre los dedos. Paso a paso, disfrutando de la temperatura que el frotar de sus cuerpos entregaba, lo arrastró a la puerta de la habitación que a diario compartía con su pareja.

No sabía qué tan listo estaba para entregarle ese pedazo de intimidad a alguien más, pero su cabeza no lograba deshacerse del deseo que lentamente se había encargado de nublar su raciocinio.

Kyungmin

Pollo como palabra de seguridad. No sabía si reír o llorar, tal vez ambas a la par u ordenadamente según su cordura le permitiese. Todavía le costaba creer lo que ocurría en la cocina en ese preciso instante, y aún más reconocer dentro de sí mismo una curiosidad que hasta el momento no había existido. ¿Él con un par de amigos que además eran pareja entre sí? Parecía la trama de alguno de sus manhwas, pero experimentarlo en la realidad era muy diferente.

No fue capaz de emitir sonido cuando quiso decir un simple “sí”, por lo que asintió con la cabeza lentamente dando a entender que tenía en cuenta la posibilidad de echarse para atrás en aquel refuerzo de lazos. Sus ojos siguieron los movimientos de Minsuk acercándose al parca, desviando su foco de visión en repetidas ocasiones cuando sus gestos cariñosos le hicieron recordar la necesidad por tragar saliva. Le costaba identificar cómo se sentía al respecto dejando atrás el pudor, pero lo cierto era que volvía a visualizarlos juntos poniendo cierta atención en sus expresiones. Casi se sentía como una escena que no debía estar observando al ser algo íntimo, pero ahí residía parte de la magia.

El yojeong tenía una presencia imposible de ignorar, casi sintiéndose intimidado por su manera de desenvolverse con tanta gracilidad y a la vez decisión—. Me quedo más tranquilo entonces —las caricias recibidas le dejaron un precedente a modo de escalofrío contenido, al igual que su respiración cuando se quiso dar cuenta—. Sí, está bien —exhaló finalmente, antes de sentir la calidez propia del beso. Sus ojos permanecieron cerrados, dejándose llevar por la dulce sensación, abriéndolos en el momento que el contacto se deshizo y quedó el frescor del ambiente en su labios.

Las yemas de su índice y anular acabaron recorriendo la zona que segundos atrás había sido besada, en un gesto inconsciente. ¿De verdad estaba pasando? Pero así tenía que ser cuando era capaz de sentir cada mínimo roce—. Los tuyos también son suaves —musitó sin poder evitarlo, encandilado por su actuar, aunque acabó buscando al otro presente en la habitación. No sabía si quedarse donde estaba o si levantarse, procesando la realidad que estaba viviendo a la vez que era incapaz de pensar nada. Lo que fuera a preparar el dueño de la casa era un misterio para él, y tampoco estaba en facultad de divagar sobre lo que podría ser.

—Gracias por preocuparte, Sooyeon, pero no hace falta —ante todo quería permanecer fiel a su esencia, que su amigo pudiera confiar en que sería capaz de marcar límites si llegaba a necesitarlos en aquella propuesta inesperada. Con Minsuk no había sido capaz de reaccionar por el embrujo que lo invadió de golpe, pero en esta ocasión una de sus manos se aferró a la tela de la camiseta cuando la distancia se redujo y sus labios volvieron a estar ocupados interpretando una nueva danza que comenzó suave pero fue in crescendo, degustando el sabor ajeno. Era curioso cómo se había besado con dos amigos diferentes en cuestión de minutos, y cómo cada uno le había dejado una sensación latente que lo empujaba a querer seguir adelante en ese juego.

Se levantó del asiento, siguiendo la invitación para aferrarse a aquellos hombros más anchos y tonificados que podía imaginar cargando a la perfección la figura de Minsuk. ¿Lo habría llevado entre sus brazos o sostenido contra una de las impolutas paredes de los mismos pasillos que iban cruzando? Pensar en ello hizo que Kyungmin reclamase los labios del parca mientras el roce entre ambos cuerpos seguía presente, suspirando entrecortadamente y de manera casi inaudible cuando las reacciones naturales empezaban a aflorar. El calor de sus mejillas se había extendido por cada rincón, y no dudó en estrecharse más contra Sooyeon en búsqueda de mayor fricción.

Incluso relajó su abrazo alrededor de los hombros que lo guiaban para así, en un gesto más atrevido, dejar un pequeño recorrido húmedo en la piel más fría que recubría el cuello del mayor que finalizó en un suave mordisco. Cuando separó su rostro, vio como la habitación les daba la bienvenida y en ese preciso instante trató de enmarcar con la mirada al tercer protagonista. Minsuk le había dejado con ganas de probar más de sus besos, aunque no sabía qué era lo que el artista tenía en mente. Ya en un contexto normal le resultaba complicado, en el que se encontraban ahora mismo le resultaba prácticamente inalcanzable.

Minsuk

Podía ser muy quisquilloso en ocasiones importantes, un perfeccionista hostigando sin descanso hasta el último detalle. Era un artista después de todo; si las pinceladas de su propia obra maestra ajaban mediocridad, entonces estaba haciendo mal su trabajo.

Por eso dejó que Sooyeon se encargase de entretener al tercer involucrado. Minsuk tenía otra responsabilidad igual de importante, y era preparar el escenario en cuestión, aquel espacio seguro donde podrían renunciar a todo por una sola noche sin límites. El entusiasmo de tal dedicación apareció en un delicioso aroma a vainilla: suave, dulce, una caricia sensible para narices lo suficientemente curiosas. Perfumó la habitación, y parte del pasillo que transitó, porque en verdad, era exquisito.

Oh, y como olvidarse de cerrar las persianas para atenuar las luces, proponiendo algo más con ese mitigar de iluminación. Adquirir mini reflectores le pareció una inversión inteligente cuando la habitación se convertía en un nido libidinoso, como las pasiones que se vivían solo entre las luces rojas de un burdel. Uno dónde solo podían ingresar él y Sooyeon para abandonar toda normalidad. Ah, y ahora Kyungmin se ganó una entrada al paraíso teñido de carmesí.

Así que, no. No se fugó un rato para atormentar a su pareja y dejarlo a su suerte con las repercusiones de semejante propuesta... Por más divertido que fuese imaginar a un Sooyeon titubeante después del último beso. Preparó el ambiente que jugaría un papel importante. Minsuk pensaba en todo, su entrega no conocía límites.

Y después de tanta previa, le fue muy gratificante avistar dos cuerpos prácticamente unidos entrar a la habitación, en escena. Un sentimiento indescriptible quemó contra su corazón, despertando con varios latidos alarmantes y de un suspiro tuvo que reivindicar esa usual postura estable. Considerarse el pilar en todo esto era inevitable, y si el mismísimo organizador oscilaba al observar a su pareja besar a alguien más, estaría malogrando el cometido. Y Minsuk era todo menos un mal anfitrión. Muchos pestañeos sirvieron para disipar la pequeña conmoción, y entrecerró los ojos revisando labios enrojecidos, cada uno conquistado por la atención mutua y correspondida.

Repetidas veces fueron sus propios muslos los responsables de encajar en esa cintura como la pieza faltante con el fin de ser cargado hasta una cama o a la superficie más cercana cuando Sooyeon perdía paciencia. Y sus brazos tampoco olvidaban rodear el cuello siguiendo un plan lleno de trampas perversas. De repente tomó el papel de espectador descubriendo a los dos protagonistas por primera vez, contemplando en silencio y entreabriendo sus labios con cierta fascinación. Kyungmin supo ocupar el espacio entre esos fuertes brazos, un espacio normalmente reservado para el yojeong y nadie más. El hecho de que su inquilino luciera perfecto allí, solo confirmaba lo correcto que estuvo en proponer todo esto.

También fortalecía una teoría rondando en su mente por semanas: qué tan atractivo se vería su propia pareja besando a un tercero. No es lo mismo observarse en un espejo (lo intentaron por capricho suyo, obviamente). Mirar la escena sin ser parte de ella fue mejor de lo que esperaba; seguir cada vena en las manos firmes de Sooyeon, escuchar atento los sonidos provenientes de Kyungmin e inhalar el escalofrío trepando por su espalda. Por poco olvida el pequeño pote entre sus dedos, y no se percató de la presión que ejercía sobre este hasta que parpadeó para liberarse del trance.

— Oh, hay que comprar más lubricante. Solo nos queda de...— Inspeccionó el pote en cuestión, letras diminutas exponiendo la información necesaria. El sabor descubierto tras leer provocó un leve arrugar de su nariz. — ¿Chocolate? Ugh. — Tenía preferencias con tanta variedad de sabores, y claramente se decepcionó con este. Minsuk solía pensar en todo, queriendo decir que, también era el primero en reabastecer ese cajón cuando se estaban quedando sin diversión. ¿Cuándo se acabó el de frutilla? ¿Y por qué tenían de chocolate? La última pregunta prácticamente confesó sola cuando Sooyeon existía en el cuarto.

Con un suspiro resignado arrojó el envase, viéndolo rebotar por la cama hasta caer cerca de una almohada y ofreció la espalda unos momentos para rebuscar en el cajón. Al menos quedaban condones saborizados de fresa. — La próxima vez que vayamos de compras, recuérdame alejarte de los lubricantes. — Comentó con calma, inspeccionando profilácticos como un orfebre verificando la pureza de un diamante. Y no fue necesario aclarar a quién se lo decía, el segundo dueño de casa conocía muy bien ese tono.

Podría decirse que sentía muchas cosas, primordialmente estaba satisfecho por el resultado que provocó su amante en cuestión de segundos. Fue gratificante ver a un Kyungmin dispuesto a dejarse pilotar con confianza. Al mismo tiempo florecía cierta vanidad en sus labios, sonriendo complacido con la realidad formándose ante a él. En efecto, ésta noche sucedería algo muy especial. — Ah, ¿ves, Kyungmin? — Rodeó la cama para acercarse al dúo y descansar una mano en la espalda del nombrado, caricia suave y lenta, no había prisa. — No es el mejor con las palabras, — su otra mano apretujó el bíceps de Sooyeon y tanteó la proximidad con intriga, descubriendo labios y mejillas enrojecidas. Le gustaba lo que veía. — pero cuando se trata de actuar, nunca decepciona. — Un tarareo socarrón invadió el aire y besó el moflete de su pareja para apremiarlo cándidamente.

Y un comentario atrapado en su boca tentó esa manía de morderse el labio inferior como si luchara por decirlo o no. Ah, tenía que decirlo. Es Minsuk. — Tengo curiosidad... Aceptaste la propuesta muy rápido, Kyungminnie. — Se permitió ser generoso y alejarse un poco para dejarles algo de espacio. Encontró gran comodidad sentándose al borde de la cama, ayudándose con ambas manos para inclinarse un poco hacia atrás y ladear la cabeza; acechaba a los dos, pero su interés se veía más sobre el noye. Un movimiento de su dedo índice fue señal suficiente para que Sooyeon comprendiera la orden: traerlo a él y sentarse a su lado con el rubio encima. No podía despegar la mirada, disfrutando del momento, la provocación. — ¿Habías pensado en algo así antes? — Realmente tenía curiosidad, una muy mórbida que buscaba respuestas de labios que supieron corresponder las intenciones del hombre cargándolo. ¿Se imaginó en ésta situación alguna vez? ¿O a solas con Sooyeon? ¿Jamás se cruzó por su cabeza como una fantasía imposible? Quizás solo era Minsuk y su ambicioso apetito por experimentar todo lo que el libro ponía.

Ya no quería ofrecer tanto espacio, y cumplió con el capricho de acercarse para susurrar la frase como un secreto entre los tres. — ¿En Sooyeon follándote? — vulgaridad que no tenía derecho de sonar tan dulce cuando empleaba la suavidad exacta en su voz, un canto perverso cortando distancia hasta respirar contra la oreja del rubio. — En la firmeza de sus manos moviéndote a su antojo con tanta facilidad. — Un dedo pulgar dibujó círculos sobre el brazo del parca mientras que la otra mano fantasmeaba por la nuca del noye, perdiendo sus yemas en la cascada dorada de hebras y disfrutando de piel tan suave como el algodón. — Y si pierde la paciencia... Tu cuerpo lo recordará durante semanas, créeme. — Se estremeció contra el lóbulo ajeno, memorizando escenarios que solo le sacaban suspiros deseosos. No había nada más estimulante que ser el diablillo en la oreja de Kyungmin, uno que buscaba empeorar la situación para bien.

Engañarse nunca fue cosa suya y lo tuvo muy en claro cuando debía aceptar que su propio atrevimiento estaba avivando reacciones en su interior. Y era un calor abrazando su pecho, bajando con peligro cada vez que decidía tragar. Más allá de cosquilleos familiares, no quería ser protagonista ni tampoco ceder fácilmente al llamado físico. Consumió esa voluntad oscura robándole un beso al rubio, cándido y sutil. ¿Será sofocante para el noye recibir tanta atención de dos personas? Si la respuesta era si, Minsuk estaba más que contento de seguir asfixiándolo. Se cruzó de piernas y descanso sus manos sobre las rodillas, sonrisa encantadora iluminando su rostro, acostumbrado a viajar de una emoción a otra. — Por si no quedó claro, me gustaría verte en un contexto más... Personal con él. Mucho más que un intercambio de besos. — Esta vez miró sobre su hombro y atrapó el pequeño pote entre sus dedos, lubricante bailó junto a su rostro con un menear juguetón, la sonrisa agregaba su toque. — Dijiste que te atreverías a intentarlo, solo quiero estar seguro de que estás realmente dispuesto a...

Recuperó los condones de antes, ahora tenía dos manos ocupadas con cada producto. — A dejarte follar por tu amigo mientras yo los veo. — Había algo muy retorcido en lo divertido que le era recurrir a la simpleza de palabras declarando todo sin rodeos. — ¡No te preocupes! Tendré mi participación. — Es como jugar con su comida; el depredador entreteniéndose un rato antes de dar el golpe final. De repente una pregunta importante surgió y parpadeó varias veces. No había pensado en lo siguiente; — Ah... Asumo que eres pasivo, Kyungmin. — Contempló unos segundos la duda y sonrió de lado, mirando al noye. Sabía la respuesta de antemano, nunca se equivocaba cuando tenía que leer a la gente. Y ver cómo reaccionaba a las atenciones de Sooyeon le hizo cerrar sus sospechas. Nunca estaba de más preguntar y fastidiar.

Se robó la atención de su pareja tirando de su mejilla con cariño, sonriéndole directamente. — ¿Qué dices tú, yeonnie? ¿Crees que me equivoqué, hm? — Sobrenombre meloso que utilizó para acaramelar el ambiente, era inevitable. Beso su pómulo, zona afectada por su pellizco anterior, y abandonó los condones para deslizar una mano por el abdomen que tantas veces trazó con su lengua. Colocó presión sobre cada dedo tanteando terreno estable y observó de reojo al rubio, ahora le tocaba a él volverse espectador. Justo como Sooyeon lo fue antes. — Soy bueno adivinando, pero no estoy seguro... ¿Lo imaginas encima de ti? Yo no, a menos que sea para cabalgar. — Sonrió divertido contra la mejilla, ignorando la frescura de piel nívea y esta vez fue más osado, dedos caminando hacia abajo, abajo, abajo...

Y suspiró calidez gustosa cuando llegó a su destino, plantando un pequeño beso en el cuello ajeno para al mismo tiempo, apresar el bulto en su mano. Y no se olvidó de su invitado, rozando delicadamente sus nudillos contra el suyo también. Con el rubio sobre las piernas de Sooyeon, fue perfecto. La posición ayudaba mucho. — Dime, amor — Susurró finalizando de a poco el jugueteo perverso, masajeando pacientemente. Pensó bien sus palabras, e intensificó el movimiento ahí abajo, besuqueos viajaron por su mandíbula hasta dar con su mejilla nuevamente. — ¿Lo ves temblando abajo tuyo? Un desastre de lágrimas y gimoteos por tu culpa. — Y descansó su cabeza en ese hombro firme, pestañeando complacido con el proceso atrevido que tomaba, disfrutando el momento íntimo entre los tres; respiración suave, cálida, sonriéndole a Kyungmin con satisfacción cuando cruzó miradas con él. — Porque yo sí. — Se sentía en su elemento, su mano nunca renunciando a la tortura. No hacia falta utilizar sus poderes para manipular la visión de su pareja, conocía la gran imaginación que tenía.