Minsuk ficha mabe

Idol | 26 años » 23.10.1996 | Solista | ¿Yojeong? | Coreano

Historia

Un niño tranquilo, todo adulto lo describía como un pequeño muy bien educado y respetuoso por ser de volumen bajo; diálogo breve y suave, nunca alzaba su voz para anunciar descontento o felicidad. —La introversión es normal en muchos infantes. En el preescolar desarrollará sus capacidades sociales, no se preocupe.— Declaró la pediatra respondiendo las dudas de una madre preocupada por el retraimiento de su hijo.

Lo cierto era que el pequeño prefería encerrarse en un mundo ficticio que descubrió sin saber cómo. Tampoco recuerda cuando fue que comenzaron las imágenes confusas dentro de su mente, pero alguien estaba siempre esperándolo y le sonreían con tanta familiaridad, que su corazón no conoció titubeo en el corresponder tímido del primer abrazo.

Fuera del mundo de los sueños, encontró gran entusiasmo y recreo en los dibujos, garabateando con ímpetu hasta creerse el pintor más experimentado. Su madre aseguró que en la familia existía devoción por el arte, y que cada generación había triunfado en alguna disciplina relacionada. —Tu abuelo tenía una voz hermosa. Fue una lástima que no haya perseguido su sueño, quería ser cantante de opera, ¿sabías?—

Y ella quiso ser modelo, lucir bonita como las jovencitas en las revistas más leídas por el público, imponer estilos y ser idolatrada por su apariencia. Su padre por otro lado, tocaba la guitarra como pasatiempo y naturalmente conocía las cuerdas como una parte de su cuerpo. Se conformaron con una vida normal para el único hijo que concibieron. Su madre dedicó largos años a los arreglos florales y su padre, antes de fallecer, era un abogado conocido por tomar los casos que nadie quería.

Cuando mamá se despedía con un dulce beso y él cerraba los ojos, su mente proyectaba escenarios nuevos; lugares extraños que parecían de película con temática antigua. Vestimenta rara, desconocida. Sin importar que tan extraño fuesen los sueños, se sentía en casa con cada carcajada que escuchaba.

Al principio sintió confusión, tratando de interpretar las escenas reproduciéndose cada vez que dormía. Más adelante conoció el desánimo de despertar solo en su habitación, sin una pequeña mano tomando la suya. Con tan solo siete años elevó la posibilidad de una amistad y nunca se preguntó por qué se sentía tan cómodo junto a la presencia de otro niño en sus sueños.

A veces no soñaba nada. Eran noches desalentadoras, mirando el techo sin dormir por miedo a que se repitiera un retrato de penumbra absoluta. Cuando no lograba reencontrarse con ese niño, se sentía abandonado y nacía el capricho de manifestar su disgusto con su madre; no quería ir a la escuela, no quería hacer amigos nuevos.

Perdió interés en relacionarse con otros chicos de su edad, y pronto asistir al colegio se volvió una obligación aburrida. Comprendió el error de hablar acerca de su amistad ficticia cuando su madre solicitó una cita con el psicólogo. Estaba segura de que su pequeño sufriría si continuaba aferrándose a este fenómeno.

—Su hijo creó un amigo imaginario. No debe asustarse, es normal si tiene problemas para socializar con otros niños.— indicó una especialista, demasiado convencida de sus palabras. —Esto desaparece con el tiempo.

No desapareció, y Min Suk esta vez aprendió a no hablar de sus sueños libremente, al menos no con su madre.
Así su infancia fue pasando con rapidez, los años volaban con el aletear etéreo de sus pestañas mirando fijamente el techo cada noche. Siempre estaba determinado en cerrar sus ojos y divagar hasta tropezar con el sueño, una mano en su corazón ansioso y deseando ver al niño que apreciaba como su único amigo.

Siempre tuvo afinidad por el canto, su madre dice que lo heredó de su padre. Y cuando tarareaba melodías suaves sin compromiso alguno, lo sentía demasiado natural, como si hubiese nacido para ello. No le prestó atención, hasta que una vez el niño en sus sueños confesó en un murmullo travieso; —Me gusta mucho tu voz. ¡Deberías ser cantante!— Y aunque fue confuso ver a otra niña asintiendo con la cabeza, se quedó atrapado en la calidez de esa frase.

Tarareos tímidos florecieron con entusiasmo y su madre estuvo orgullosa de sacarle fotos cuando actuó en su primer show de talentos infantil. Ella nunca supo cómo es que su hijo encontró la pasión de un día para el otro, pero estaba más que satisfecha de verlo desenvolverse en el ambiente musical.

Crecer lo ayudó a comprender detalles interesantes. Se convirtió en un muchacho muy observador; quizás una característica adquirida tras ser el principal espectador en cada uno de sus sueños; un oyente silencioso con la impresión de estar interrumpiendo algo. A veces soñaba con otras personas que lo trataban con una familiaridad indiscutible; una señora lo abrazó como si fuese su propia madre, pero no lo era.

También notó la importancia de las orquídeas, porque estaban presentes en cada escenario de sus sueños. Eran amarillas, y a veces él tenía pétalos en sus manos. Min Suk comenzó a apreciar más la belleza de estas flores hasta convertirse en sus favoritas, especialmente cuando recibía una antes de despertar.

En algunos de sus sueños le pareció escuchar el nombre de alguien más, dirigido a él con total normalidad, ¿quién era Migyung? ¿Un apodo nuevo de su amigo? A veces sentía que invadía en las memorias de otra persona, pero nunca supo por qué. Se dejó convencer por la idea de que se trataba de un sobrenombre.

La adolescencia estuvo repleta de actuaciones teatrales, siendo un constante participante de dicho club. Logró hacerse amistades sinceras que recomendaban no idealizar una relación con alguien imaginario. Todos coreaban motivos para explicar sus sueños, —Necesitas una novia Minsuk-ah, definitivamente estás desesperado.— dijo su amiga con simpatía, broma o no, hablaba en serio.

Prometió dejar la fantasía de lado cuando algunas deudas aparecieron para meterle presión a su madre. Se enfocó en los estudios mientras continuaba explotando su lado artístico en clases de baile y actuaciones escolares. La señora Ae Cha fue siempre una mujer intensa con buenos motivos para que su hijo fuese alguien en la vida, y sin falta lo apoyó en un último deseo.

—Me gusta mucho tu voz. ¡Deberías ser cantante!— Quería creer que lo hacia por su familia, por sí mismo, por ese primor natural al desenvolverse artísticamente. En el fondo sabía que estaba cumpliendo la voluntad del chico de sus sueños; cantar para millones de personas cuando realmente quisiera cantarle solo a él.

Fue descubierto a sus quince años cuando asistió a la primera audición junto a su madre. Fantaseó con popularidad, viajes por el mundo, diversión imparable y sobre todo, el dinero que ayudaría en las deudas. Claramente, tenía una idea errónea de la industria.
Debutó a los diecisiete junto a otros cuatro jóvenes artistas, desempeñándose como bailarín, a pesar de querer brillar desde lo vocal. El grupo triunfó durante un tiempo hasta su separación, momento en que Min Suk firmó otro contrato e inició su carrera de solista a los veintiún años.

Encontraba un sostén incondicional en los sueños sorpresas donde alguien lo recibía con brazos abiertos, y no importaba si su nombre no era Migyung, la sensación cálida compensaba la existencia de una maliciosa voz cuchicheando —traición— en el espacio más recóndito de su mente.

Los comentarios desagradables y actitudes pedantes fueron tolerados una vez cumplió el primer año como solista dentro de la empresa, tiempo suficiente para haber estudiado y comprendido el tipo de personas que frecuentaban aquel ambiente. De igual manera, pasó por situaciones incómodas para remediar una mala actitud hacia alguien aparentemente importante; bailes privados, citas, compromisos. En poco tiempo descubrió la tarea secundaria de algunos Idols.

Jamás se dejó doblegar por el colosal orgullo que lo mantenía con la barbilla en alto y fue un hombre determinado con brillar a pesar de todo, encontrando apoyo en seguidores y por supuesto, en una sonrisa ahora adulta que lo recibía cuando cerraba sus ojos… Hasta que de un día para el otro su mente dejó de proyectar imágenes cuando dormía. Empezó a soñar situaciones cotidianas de su vida actual, incluso comenzó a sufrir pesadillas con frecuencia; la muerte ofrecía su mano y él, por más que no quisiera, terminaba correspondiendo el gesto, como si la despedida estuviese escrita hace mucho tiempo.

Actualmente continua desempeñando el papel que le toca como solista; espectáculos, entrevistas, presencia en eventos y los que menos disfruta, favores para beneficiar a Wujong. Puede rescatar el hecho de que, a sus veintiséis años ganó antigüedad dentro de la empresa y por ende, conoce el pequeño privilegio de negarse a ciertas actividades y usar contactos a su favor, aunque sigue estando bajo las órdenes de otro.

Las deudas en la familia ya no existen gracias a la ayuda económica de la empresa, detalle que no sabe si celebrar por lo que significa para su libertad como esclavo de la industria (aunque ame muchas partes del oficio). A veces cree que la posibilidad de retirarse y dejar todo atrás está muy lejos, por allá dónde sucede lo imposible para soñadores como él. Un capricho absurdo que olvida cada vez que sube a un escenario y se siente persona, olvidándose del espacio que quedó en su pecho. Un espacio vacío que ciegamente se encuentra reservado para una sola persona o a la idea que tiene de ella. Siempre fue un hombre comprometido a sus sentimientos. Aunque estos existan en el aire, sin nadie que corresponda.

Extras

Desconoce que es descendiente de un yojeong llamado Migyung. Este compartió una fuerte conexión emocional con alguien a quién solo conoce por su rostro y sobrenombre, ya que soñaba con él. Cada vez que dormía, veía al mismo chico en diferentes etapas y situaciones de una vida pasada. Hace cuatro años que no ha vuelto a soñar con él.

Consideraba esta presencia como una mejor amistad, a pesar de que no pudiera comunicarse directamente con él en sus sueños. En cada escenario parecían tan unidos que el mismo Min Suk interpreto esta relación como real y propia. Fue difícil asumir la ausencia de este en sus sueños y estuvo mucho tiempo atrapado en una sensación de abandono, al punto de olvidar letras en vivo y equivocarse en las coreografías.

No sabe que tiene un parecido idéntico a su ancestro yojeong, y esto lo confundía cada vez que veía a una versión adulta de sí mismo, aún cuando él era un niño. Recordar algunos detalles de los sueños le hacen creer que de verdad estaba invadiendo en la privacidad de alguien más.

Es consciente de su linaje gracias a antiguas fotografías y escritos que han viajado de generación en generación hasta llegar a sus manos como evidencia suficiente para corroborar que posee sangre yojeong en sus venas.

Su padre falleció bajo circunstancias sospechosas, declarándose como suicidio. Su madre siempre insistió en que lo hicieron parecer como tal. Aparentemente, hizo tratos con la gente equivocada. Aún habla con ella y es quien lo ayuda a estar en contacto con el encanto cotidiano de la vida, olvidándose de la industria por un rato. Sin falta se reúnen todos los catorce de cada mes para visitar a su padre en el cementerio.

Personalmente es preciso en lo que hace; dedicado a los detalles y atento a la norma de cortesía. Establecer profesionalismo con gentileza y complacencia es parte de su contrato, más allá de poder estar en desacuerdo con muchos de los métodos empleados por Wujong.

Es un oyente silencioso, observador y curioso en el descubrimiento de gente nueva, conversaciones enriquecidas por el entendimiento mutuo de un diálogo atractivo al oído. Todavía tiene pequeños fragmentos del muchacho tímido que alguna vez fue, sin embargo, en su adultez predomina un carácter firme y de actitud a veces socarrona, ironía o veneno, depende de qué faceta despierten primero.

Min Suk conquistó a su público entre ovaciones y controversias por la feminidad expuesta en sus shows, y en el personaje que vende a través de cada coreografía. Es famoso ante la finura que domina en gran parte de sus presentaciones, elegancia y sensualidad, dos características que lo representan perfectamente como artista. ¿Y el toque final que nunca falta en sus shows? Backdancers femeninas, y cada una gana protagonismo con pequeños solos antes de comenzar la coreo principal. En muchas entrevistas aclaro que no hay nada de malo exponer feminidad en la masculinidad, y viceversa, el arte va un paso más allá.

Es un bailarín de pasos marcados en sutileza y cautela, un estudio profundo en cada movimiento que imita el marchar sigiloso de un felino, muchas veces comparado con uno. Sus coreografías han ganado fama por aparentar simpleza al principio, sin embargo, cada músculo tiene un propósito acentuado, siendo compleja su réplica, o al menos, copiar el encanto natural que el artista expone en cada una.

Detesta el alcohol, aquel quemando su garganta del disgusto. Invoca toda su tenacidad al momento de simular familiaridad en contextos dónde las apariencias influyen en la recepción de su persona; bebedor social que aceptará un trago a cambio de la aprobación momentánea. Ha pasado por estados de rebeldía, objetando ante la mínima insinuación de una bebida y por ende, oyendo largos sermones de la importancia en complacer a presencias significativas para la empresa.

Conoce la forma adecuada de complacer mediante el diálogo con promesa ilusoria detrás de cada mirada. Los años dentro de la industria (y dentro de Wujong) fueron necesarios para comprender el ambiente y saber cómo desenvolverse.

Siente que no debe explicarse ante nadie, comportándose de manera arisca cuando intentan presionarlo para sacarle información o incomodarlo con un tema en particular. Tampoco procura seguir el hilo de una conversación desagradable. Aunque, si logra molestarse por algún comentario fuera de lugar, necesitará plantarse, no puede quedarse callado.

Ha tomado clases de inglés para tener un conocimiento extenso del idioma. No lo habla fluido y su pronunciación expone un fuerte acento coreano, pero logra defenderse en conversaciones.

La cocina es un pasatiempo que disfruta con entusiasmo, dando libre albedrío a la creatividad concentrada dentro de un plato. Recetas estrictas o comidas completamente fuera de la norma, a Minsuk le gusta jugar con los planes de la gastronomía y dejarse llevar por la magia de cada ingrediente. En otra vida debió ser un cocinero excelente.

Tiene el hábito recurrente de morderse el labio cuando está concentrado, nervioso, incómodo o hasta satisfecho con algo. Más de una vez se lo han señalado y suele sorprenderse porque nunca se da cuenta.